Si has decidido someterte a una cirugía de aumento de mamas, en ocasiones es confuso decidir cuál tipo de prótesis mamarias es el indicado para ti.
Son ya muchos los fabricantes, y continuamente las características de las prótesis mamarias que ofrecen cambian y se modernizan.
Nuestra intención es ofrecerte una rápida revisión de los diferentes tipos de prótesis mamarias, para que tu decisión antes de la cirugía sea más informada.
Desde su aparición en los inicios de los años ´60, las prótesis que más rápidamente se difundieron por todo el mundo fueron las rellenas de gel de silicón. Este se ha destacado por ser un compuesto que produce muy poca reacción en el cuerpo, siendo de los que más se utilizan no sólo en cirugía plástica, sino como recubrimiento de marcapasos, para fabricar catéteres, sondas y todo tipo de productos que sabemos permanecerán por algún tiempo dentro de nuestro cuerpo (a esto se le llama biocompatibilidad). De hecho, diariamente tienes contacto con él como vehículo para cosméticos, en el lip stick e incluso como recubrimiento interno de las latas para conservas. La próxima vez que abras una lata de sopa por ejemplo, revisa su interior. Esa cubierta blanquecina que ves en su interior contiene silicón.
Es un producto tan versátil, que puede fabricarse en forma sólida (cuando las cadenas moleculares del sílice son largas) semirrígida (en cadenas intermedias) o líquidas (cadenas moleculares cortas), y se ha extendido a gran número de cosas que empleamos cotidianamente.
Hablando específicamente de las prótesis mamarias, en ellas encontramos dos tipos diferentes de silicón: la cubierta externa, o elastómero, es digamos que el “globo” que contiene al resto del silicón, que para ofrecer naturalidad a la prótesis, es un gel, de cadena molecular media. Ya que dicho globo no es llenado en su totalidad, una vez colocada la prótesis, manifiesta una consistencia similar a la de un busto normal en cuanto a firmeza, pero al mismo tiempo lo suficientemente suave y móvil para permitir su desplazamiento.
En sus inicios y prácticamente hasta inicios de los ´90, la intención de los fabricantes era crear una cubierta externa o elastómero delgado que diera esta “naturalidad” al tacto cuando se tocaba el busto. Además, el gel de su interior, se fabricaba lo suficientemente “líquido” con la misma intención. Sin embargo, con el paso del tiempo se vió que con frecuencia estos implantes sufrían de dos complicaciones: El movimiento diario de las pacientes hacía que a la larga el elastómero se rompiera, permitiendo la salida del gel que tenía en su interior, o en ausencia de rupturas, el mismo silicón líquido tendía a “sudar” a través del elastómero, escapando en pequeñas cantidades, pero continuas. A mí me tocó quitar prótesis de este tipo, y realmente era difícil poder retirar los residuos del silicón liquido que encontrábamos con frecuencia entre los tejidos.
La respuesta a éste problema fue evidentemente fabricar prótesis mamarias con cubiertas más gruesas y resistentes, así como el nacimiento de lo que ahora llamamos “gel cohesivo”. En lugar de ser un silicón líquido, se le dió una consistencia más firme, con la ventaja que si se presenta una falla en el elastómero, o éste se perfora, su contenido no sale, sino que se mantiene en su sitio en la misma forma que una pelota de goma. Se cambió entonces la seguridad que estos implantes proveen por el resultado de un busto más firme, ya que se perdió un poco la “naturalidad” que los implantes anteriores proveían.
Las prótesis redondas son sin duda las que más se emplean alrededor del mundo. Tienen la misma dirección en todos sentidos, y el relleno que proveen es el mismo tanto arriba como abajo y a los lados. Son las de más fácil manejo técnicamente hablando, y su variedad radica más bien en su dimensión con respecto a la altura. Si las observas de perfil, prótesis de la misma capacidad en volumen pueden presentar una altura más baja, asociando un diámetro mayor. Dan un relleno hacia toda la base del busto, sin “aventarlo” mucho hacia adelante, y son ideales para las pacientes que no quieren verse “muy operadas”. Se les llama de “perfil bajo”, mientras que existen unas intermedias o de “perfil moderado”, y las del extremo superior que poseen el diámetro más pequeño, pero cuya altura es más considerable, por lo que se les llama de “perfil alto”. En la actualidad son las más solicitadas por un amplio segmento de la población, aunque el resultado de la cirugía es de mamas más redondas, llenas en el polo superior, y por lo mismo de apariencia más “plástica”. Esta demanda ha llevado a algunas casas comerciales a fabricar las que ahora se denominan: “perfil superalto”.
La presencia de Gel Cohesivo trajo además de la seguridad en las prótesis modernas la capacidad de crear implantes con diferentes formas y tamaños. Nacieron las prótesis con “perfil natural” o “perfil anatómico”, es decir, en forma de gota como las describen algunas pacientes. La intención de las mismas es producir mamas con caídas más naturales, imitando la forma de un busto normal, en el que su perfil manifiesta una caída más recta para la parte superior, y la redondez característica más bien en su mitad inferior. También son fabricadas por lo menos en tres presentaciones de perfil: bajo, moderado y alto.
Y para complicar aún más las cosas, ya que no existe una paciente igual a otra, se idearon en el mismo perfil anatómico por lo menos tres alturas diferentes en el sentido vertical, ya que algunas personas tienen su tórax y por consiguiente el busto más alargado que otras. El cirujano debe decidir al evaluar y medir a su paciente si utiliza una prótesis de altura completa, media o baja. El empleo de estas prótesis, sin embargo se limitan más a las pacientes que requieren de una reconstrucción mamaria después de una extirpación de sus glándulas o mastectomía. Este sistema se denomina “Biodimiensional”.
Otra característica de las prótesis mamarias ya no es sólo la forma y el perfil a los que nos hemos estado refiriendo, sino a la superficie de las prótesis. Originalmente se fabricaban de superficie lisa, como la que se muestra en la primera figura de esta contribución. Sin embargo, pronto apareció la que sigue siendo la principal complicación de el uso de prótesis mamarias: la “contractura capsular”. Una vez colocadas dentro del cuerpo, existe una reacción natural del mismo con la formación de una especie de cicatriz que rodea y “enquista” a la prótesis digamos que en un intento del organismo por aislarla del resto. Esta cicatriz normalmente es delgada y no causa ninguna molestia. Sin embargo, en un grupo de pacientes tiende con el tiempo a engrosarse y recogerse, apretando a la prótesis que se encuentra en su interior. Esto se denomina “Contractura Capsular” . El busto se toca duro desde el exterior, y tiende ha hacerse más redondo, proyectado y con cierto grado de deformidad. Si la contractura es suficientemente intensa, puede producir dolor y la paciente no puede acostarse boca abajo. A pesar de no poner en peligro la vida o funcionamiento de la paciente, demerita el resultado estético de la cirugía y es molesto para la portadora.
En la figura podemos apreciar una prótesis que se extrajo con todo y la cicatriz a la que me refería. A su derecha se encuentra la otra prótesis en su diámetro original, mientras que el lado afectado muestra a la prótesis doblada y apretada por dicha cicatriz. Evidentemente el busto afectado se verá más proyectado y con un aspecto muy diferente al otro.
Pues bien, los implantes lisos presentan un índice de Contractura Capsular cercano al 35%. y puede llegar al 50%, Las prótesis texturizadas que tienen una superficie “rugosa” se contracturan en alrededor del 16-18%, y es la razón por la que en la actualidad, la mayoría de los cirujanos plásticos prefieren utilizar éstas últimas. Es más, si se colocan por debajo del músculo, este índice de contractura se reduce un poco más.
Por último, existe un grupo de implantes que yo empleo en pacientes que tenemos que reoperar por la presencia de contractura capsular. Al igual que las otras, también son de silicón, pero se les agrega una capa de Poliuretano. Una vez colocadas, la degradación progresiva del poliuretano dentro del cuerpo, de alguna manera las protege de ésta complicación, y su índice de contractura capsular ronda el 4%. El costo es superior, su manejo es difícil por la gran fricción que tiene contra los tejidos durante su introducción, generalmente requieren de incisiones más amplias que las prótesis tradicionales y por lo mismo sólo las reservamos para estos casos.
¿Qué pasó entonces con las prótesis de solución salina?
Pues bueno, en un largo periodo de alrededor de 13 años, la venta de implantes de silicón estuvo prohibida en los Estados Unidos. Más por problemas de carácter legal que médico. Durante ese período los cirujanos Norteamericanos no pudieron aplicar prótesis de silicón, y promovieron el uso de prótesis mamarias de solución salina aduciendo a su seguridad. El tiempo sin embargo volvió a dar su lugar al silicón y actualmente las de solución salina cada vez más caen en el olvido. Lo mismo sucede con otros como los de hidrogel y algunos otros productos. Lo que yo siempre les discutí durante ese tiempo es que adivinen ¿de qué estaba hecho el elastómero de esas prótesis?
Dr. Armando Apellániz
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