En esta ocasión no hablaré de un tema clínico, ya que quisiera compartir algunas reflexiones de lo que recientemente ha sucedido en mi práctica en la Medicina Privada.
Cuando me recibí como Cirujano Plástico, lo primero que busqué fue incursionar en al Medicina Privada y pertenecer a un Hospital de Prestigio. Consideraba que la simbiosis entre Médico y Hospital son clave para que los pacientes puedan ser tratados por personas competentes y al mismo tiempo el prestigio de la Institución Hospitalaria le provee al médico una plataforma para su desarrollo profesional.
Los grandes Hospitales cuentan con una Oficina de Credencialización, en la que verifican que el médico cuente con la preparación adecuada, y que se encuentre Certificado por las Instituciones correspondientes ( Título Universitario, Cédula de Profesión y Especialidad, Certificación del Consejo de la Especialidad) que aseguren dentro de lo posible que dicho candidato cuenta con todas las credenciales de estudios y preparación adecuados para el desempeño de su profesión. De esta manera, cuando un paciente acude a solicitar los servicios de un Médico en una de éstas Instituciones, puede tener la seguridad de que su tratamiento será el adecuado tanto por el profesionista, como por las instalaciones de la institución. Este es un mundo ideal de la Medicina Privada.
¿Donde se empezó a desvirtuar ésta relación ideal?
Desde finales de los ‘90 e inicios del nuevo siglo, se inició en los Hospitales un Movimiento Corporativo, donde se dejó de ver al médico como un Profesionista Independiente que emplea los servicios del Hospital para dar un adecuado tratamiento a sus pacientes. Finalmente los pacientes en su mayoría pertenecen al Médico, no a la Institución y ambos son usuarios de las instalaciones. El médico como proveedor del servicio y el paciente como receptor del mismo.
Pues bien, ésta idea cada día se separa más de la realidad en la Medicina Privada, ya que los Hospitales con mayor frecuencia ven al médico como un canalizador de recursos económicos hacia sus arcas, y no como un profesionista independiente. Finalmente se trata de un negocio, ¿no es cierto? Este Corporativismo del que les hablaba ha transformado la imagen del médico en alguien que puede ser una fuente, cada vez, de mayores ingresos económicos al Hospital. De ésta manera, se premia con mayor frecuencia a aquel profesionista que como parte de su práctica médica solicita más exámenes de laboratorio o gabinete, o que realiza más procedimientos invasivos o quirúrgicos. No importa si éstos están correctamente indicados o no. Lo que importa es que al final del año sus números o productividad como se le suele llamar ahora sean los adecuados. Tristemente, el médico en ocasiones entra al juego, con tal de ser premiado y correspondido por las autoridades del Hospital. La simbiosis original de la que hablábamos se ha transformado.
Les confieso que a mi me crea un grave conflicto existencial, ya que desde un inicio he pensado que mi compromiso profesional es con el paciente, quien hace conmigo un contrato “no escrito” para recibir el mejor resultado posible con los recursos menos onerosos posibles. En específico, cuando hablamos de la Cirugía Estética, ninguno de sus procedimientos quirúrgicos es cubierto por las Compañías Aseguradoras. El paciente debe cubrir con sus propios recursos tanto los gastos hospitalarios como los honorarios médicos. Nuestro papel como Cirujanos, considero, debe ser el otorgar el servicio con la mejor calidad posible, pero con un costo que no sea excesivo. ¿Cómo se logra esto?, pues estudiando al paciente antes de su procedimiento para descartar que existan enfermedades activas u ocultas (lo que llamamos comorbilidades), de manera que se pueda establecer cuál es el riesgo de que algo imprevisto suceda en la cirugía.
Por supuesto que una paciente hipertensa o diabética, por ejemplo, tiene un mayor riesgo de presentar algún problema durante o después de su cirugía, y por lo mismo deben tomarse medidas precautorias. Debe contarse con todos los recursos a la mano para resolver cualquiera de sus problemas. Pero una paciente sana, joven y sin problemas asociados, cuenta, estadísticamente hablando, con todas las posibilidades de salir adelante sin ninguna eventualidad. En estos casos, pueden programarse cirugías ambulatorias reduciéndose la estancia en el hospital y por lo tanto sus gastos, e incluso, prescindiendo del todo de las instalaciones de un gran hospital, atendiéndose en una Clínica de Corta Estancia, donde los costos de abaten en gran medida.
En mi práctica como Cirujano Plástico, más de dos terceras partes de las veces puede la o el paciente ser operado en una de éstas instalaciones sin ningún problema. Y regresamos al Corporativismo: “ya nos enteramos que estás operando a las pacientes en otro lado”…¿Con quién es el compromiso entonces?, ¿Con el paciente?, o ¿Con el Hospital?.
Repito, quien me busca a mí es el paciente; mi compromiso es con él. La “relación” es con él. Los Hospitales sólo me dan los medios para poder atenderlo como Dios manda.
Y para ya no aburrirlos más, a partir de este año en que se han suscitado muchos cambios, he tomado la determinación de tener mi consultorio en un lugar “neutro”, alejado de un Hospital. Me niego a seguir sufriendo los chantajes de la productividad. Quiero responder sólo a mí mismo, mis pacientes y mi consciencia. No significa que ya no operaré en los Hospitales. ¡Por supuesto que sí!, para aquellos que requieran o quieran contar con instalaciones de todo tipo. Pero quiero tener la libertad de decidir en dónde sin presiones ni chantajes.
Bueno, pues esto es lo que está sucediendo con la Medicina Privada en México.
Próximamente en la Página Web publicaré los datos de mi nuevo consultorio. Espero en una o dos semanas tenerles noticias.
Les deseo lo mejor para este 2017, que disfruten el año con salud, prosperidad y abundancia.
Nos vemos en la siguiente publicación.